Nana Ortega Orozco – Aprender de las camadas

La irresistible tendencia de todas las cosas a vincularse entre ellas da cuenta de la presunta imposibilidad de que existan objetos que no sean ni vinculantes ni resultado de la vinculación. Palidece la noción convencional de vinculación por la que se presuponen al menos dos elementos inmutables, independientes de la vinculación que compongan tanto como de la que han resultado. Palidece la autonomía de los objetos. Se descubren mellados, humildes piezas de otra humildad mayor e invisible por su grandeza; los números cardinales se emborronan como reflejos sobre un rio feroz.

El problema de la generosidad estriba en el mantenimiento de la paz a pesar de todo lo perdido en el acto rebosante. La pérdida es la moneda de la esperanza y la ganancia sucede siempre a la deuda. En el departamento gris de lo humano, todos los protocolos de actuación social procuran homogeneizar la circulación de la linfa de los vínculos. Se achantan en la verdadera intimidad, en la que tiene lugar un tacto vergonzoso, a medias desvestido, entre lo irrisorio aprendido y las pulsiones arcanas que permitieron la supervivencia de nuestros ancestros. De existir dos objetos incapaz de vincularse, ¿chocarían, o se traspasarían como espectros?

José Viedma Ortega, 14 de enero de 2022