Chema Rodríguez – Ousia

Ousía, como concepción del ser, existir o vivir, pero también de la riqueza de algo, dentro
del entendimiento de la cualidad del objeto artístico; de tener, de poseer, hasta derivar en
la complejidad de las sensaciones. Apuntaba Merleau-Ponty que ver es poseer los colores,
oír es poseer los sonidos, sentir es poseer unas cualidades y la cualidad no es un elemento
de la consciencia, es una propiedad del objeto. Por tanto, renunciamos a la sensación
como una impresión pura, de modo que, para saber lo que es sentir, necesitamos
interpretar los objetos sensibles.

Cada subjetividad está en constante creación, se trata de producir un sistema de signos
que restituya, gracias a su ordenamiento interno, la experiencia en referencia. De esta
manera, Ousía se refugia en la memoria, en el impacto y la huella; trata del contacto, de
la marca, la presión, la erosión y la transformación; trata de la modificación como
vehículo y herramienta para generar nuevas informaciones. El artista se acerca al
conocimiento de los materiales, de su sustancia, en un proceso analítico, estrechamente
ligado a la catarsis como ciclo de creación infinita.

El proceso artístico se revelará como la cosmogonía, la preexistencia de un caos originario
que evolucionará hasta el nacimiento de una estética propia; del desarrollo del objeto. En
Ousía el cuerpo es el elemento constructor y sus acciones dejan una huella. La huella
señala el paso y este a su vez, genera el residuo o detritus. El paso es la antesala del
acontecimiento, pero también del indicio, lo que nos conduce inevitablemente a un
camino. En el camino nos encontramos con el residuo convertido en vestigio y este a su
vez en ruina, la señal inequívoca de un resto material.

La obra de Chema Rodríguez nos ofrece una muestra de conceptos viajeros y
características nómadas donde la acción y el estudio de las posibilidades materiales
configuran un trabajo multidisciplinar. Los lenguajes contemporáneos se dan cita en
Ousía a través del minimalismo, la instalación y la fotografía, correspondiéndose entre el
binomio lenguaje-sentido. Por tanto, se considera el ámbito del lenguaje como una
manifestación de la relación natural cuerpo a cuerpo, pero a un nivel más especializado o
privilegiado, en la medida en que hay un despliegue de signos articulados, imágenes que
subyacen al subconsciente colectivo y una iconografía de lo experiencial.

Rubén Serrano